Su nombre
significa “princesa” en hebreo. Fue la esposa de Abraham y madre de Isaac.
Originalmente se llamaba Sarai. Tenía unos 65 años de edad cuando ella y su
marido Abraham salieron de Ur de los caldeos para Harán, obedeciendo los
mandatos de Dios (Génesis 12).
Cuando, años
más tarde, Dios se apareció a ella y a Abraham, y les dijo que el hijo de la
promesa nacería de Sara, ella lo dudó. A pesar de su risa incrédula aceptó
finalmente la promesa de que el Mesías saldría de su seno (Génesis 15:1-15).
Como no podía
darle un hijo a Abraham, le entregó por mujer a su sierva egipcia, Agar, para
que le diera descendencia. Agar dio a luz a Ismael. Pero Dios le había
prometido a Sara un hijo, aunque ya era demasiado vieja para concebir. La
promesa de Dios se cumplió cuando Sara dio a luz a Isaac. Al crecer los dos
hijos, Ismael comenzó a burlarse de Isaac y Sara exigió que Abraham echara de
su casa a Agar e Ismael. Dios hizo entender a Abraham que Sara tenía razón, y
la sierva fue expulsada (Génesis 21:12), aunque cuidada por Dios.
Hebreos 11:11
dice que “por fe recibió fuerza para concebir”. De esta manera pasa a ser la
madre de Isaac, continuando así la línea genealógica del Mesías.
Es presentada
a todas las mujeres cristianas como madre. Todas son llamadas “hijas de Sara”,
si siguen su ejemplo de una fe bien fundada y progresiva, estando sujetas a sus
maridos y haciendo el bien (1ª Pedro 3:6)
Treinta y
siete años después del nacimiento de Isaac, a la edad de127 años, murió Sara en
Hebrón. Fue sepultada en la cueva de Macpela. La vida de Sara nos provee de un
ejemplo de fortaleza y obediencia.
(Extraído del Boletín de Oración mensual de la iglesia.)
